12 de diciembre de 2010

Lo que no se ha contado sobre los controladores

Después del escándalo del puente de la Constitución,  pocos son los ciudadanos de este país que tengan una opinión positiva con respecto a los controladores aéreos. Pero como afirma Marc Vidal en su blog, “la unanimidad siempre es sospechosa”. Cuando el 98% de un país tiene una opinión consensuada sobre un tema, es porque existe una desinformación interesada. Por eso voy a trasladarles algunas claves que pueden serles de utilidad.
AENA  tiene un agujero negro por inversiones en infraestructuras de 12.000 millones de euros. Esa es una de las razones por las cuales se está preparando su privatización. El conflicto con los controladores ha sido la excusa perfecta para justificarla parcialmente, sin necesidad de mencionar la abultada deuda que tiene AENA fruto de la deficiente gestión gubernamental.
  Desde el Gobierno se ha lanzado a la opinión pública contra este colectivo a través de los medios. La estrategia empleada ha consistido en sacar a la luz su poder de monopolio y sus escandalosos salarios. Y aquí hay que preguntarse, ¿Por qué no escandalizan igual algunos salarios y beneficios, privados, desde luego, pero todavía mas escandalosos que los de los controladores, en plena crisis económica, recesión salarial y con más de cuatro millones de parados? Máxime cuando los sueldos de los controladores no los pagamos  todos los ciudadanos, sino aquellos  que volamos, seamos o no españoles,  mediante las tasas de vuelo y aproximaciones  que  cobran  las aerolíneas y que abonamos en cada billete.  Pueden ser sueldos abultados sí, pero, ¿cuanto creen que debería cobrar una persona por tener en sus manos a casi 10.000 personas cada hora? ¿Acaso no cobran más por menos los futbolistas?
  Pero el quid de la cuestión está en que si alguien cobra mucho eso es motivo para retirarle derechos. El decreto por el que se han movilizado los controladores  establece que a partir de ahora, las bajas laborales, licencias, imaginarias y cursos de formación ya no se contabilizarán como horas de trabajo, como sí se nos contabiliza al resto. Esto que puede parecer una nimiedad, es un dato preocupante a tener en cuenta ya que puede tratarse de un aviso para navegantes.
  El otro argumento esgrimido por el gobierno es el poder que ejerce el colectivo como monopolio. El hecho de que haya pocos controladores  es una cuestión que depende directamente del propio gobierno, que es quien establece las plazas que salen cada año. Así que la escasez de controladores responde más bien a una falta de previsión del Gobierno de Zapatero, ya que en la anterior legislatura del PP el número de plazas convocadas fue tres veces superior.
Así las cosas, todo estaba preparado para lo que sucedió el viernes día tres. El gobierno había suspendido las negociaciones con el sindicato esa misma semana y Zapatero no viajó a la Cumbre Iberoamericana. Ya estaba redactando decretos. Un ejercicio de periodismo patético que mostraba a los niños y ancianos durmiendo en el aeropuerto fue suficiente para indignar a la población y lanzar a los controladores al paredón. La jugada ha sido perfecta. La privatización de AENA  para taponar la sangría y ocultar el agujero, (estará participada en un 50% por INECO) no despertará sospechas, y durante un tiempo nadie hablará de la crisis, ni  de los millones de parados, ni de la fuerte subida del diferencial respecto a Alemania, ni  de cómo están nuestras entidades financieras tanto en la bolsa como la situación de las cajas de ahorros…
El fin no justifica los medios, eso está claro en el caso de los controladores, pero ¿Y en el del Gobierno?


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