1 de abril de 2012

Pasión con mayúsculas

Silencio negro y explosiones de júbilo primaveral. Medianoche al cobijo de mantones bordados y aroma de azahar. Pasión en Sevilla, saeta de Dios.
Desde hace más de 400 años se repite el mismo solemne ritual. La estrategia contrarreformista de la iglesia ha dejado paso a un fervor popular, que se repite en diferentes ciudades, pero en ninguna ha alcanzado tanto esplendor como en Sevilla.
A lo largo de una semana, ciento veintidós pasos caminan por las calles impulsados por el racheo de héroes invisibles. Siete días y siete noches donde la magia se detiene en las tallas de grandes artistas. Mañanas de aplausos que hacen  vibrar varales y coronas. Tardes de gritos desgarrados desde los balcones. Embrujo de incienso que provoca ensoñaciones durante la Madrugá.
Toda la ciudad se echa a la calle al ritmo de tambores. La devoción se transforma en lluvias de pétalos y sobrios penitentes. Es la semana grande, las puertas de la ciudad se abren para reivindicar, “Toda Sevilla un cielo”. Apoteosis y nudos de garganta.
Los sevillanos, tienen alma barroca.

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