Existe un camino entre León y Asturias que atraviesa las
profundidades de los Picos de Europa, un camino angosto bajo cimas de más de 2000 metros y senderos
excavados en la roca. Un camino que los
entendidos denominan la garganta divina. Bienvenidos al desfiladero del Cares.
A lo largo de más de diez kilómetros se suceden numerosos
puentes y estribaciones rocosas sobre el río. Figuras calizas imposibles con caídas de más de 100 metros que
ponen a prueba la destreza del visitante.
Tras los primeros pasos desnudos,
llegan los túneles, pasajes húmedos y oscuros que desconciertan la vista. Luego,
otra vez ventanales de agua y luz entre las rocas. El camino se dibuja
imperfecto en la mirada. No hay tregua, llega el puente de los Rebecos y el
abismo se hace realidad, abajo el río
Cares ruge con fuerza.
Pero aún quedan sorpresas por descubrir, las cascadas se
precipitan desde alturas imposibles anunciando la llegada de la civilización, a
un extremo aguarda Caín, al otro Poncebos. Visitar ambos pueblos con las luces
del alba es una experiencia reservada para románticos.
Cada momento constituye una experiencia
diferente, una sensación única que enfrenta al hombre con sus propios miedos. Sólo silencio, todo
espectáculo. Imposible no soñar.
Foto de Javier Serrada.