9 de abril de 2011

¿Qué pasa con LA VOZ DE LA CALLE?

Noticia publicada por el diario Diagonal el 5/04/2011:
Los problemas económicos provocan la retirada de su principal inversor

El periódico ’La voz de la calle’ no saldrá el 15 de abril

La plantilla del diario La voz de la calle analiza en estos momentos las posibilidades para actuar judicial y profesionalmente contra la decisión del principal inversor de echar el freno con el lanzamiento de este nuevo diario.

Redacción web
Martes 5 de abril de 2011.  Número 147
Según han informado trabajadores de La Voz de la Calle a DIAGONAL, el editor del periódico, Teodulfo Lagunero, ha comunicado en una breve nota a la dirección del mismo sus planes para abortar la puesta en marcha del diario aún antes de que este salga a los kioscos. El argumento esgrimido es el volumen del aval exigido por la empresa que se iba a encargar de la distribución del periódico que, según indica, supera sus posibilidades.
El medio centenar de trabajadores han recibido con sorpresa e indignación la noticia y están evaluando todas las posibilidades de actuaciones tanto judiciales como profesionales, "siempre manteniendo la unidad de acción", han explicado a este periódico desde la redacción de este proyecto.
La Voz de la Calle, cuya fecha de lanzamiento estaba prevista para el próximo 14 de abril, se había presentado como alternativa de prensa diaria de izquierda en el panorama mediático. Ya sufrió un retraso con respecto a la fecha del 1 de abril para la que estaba fijado su llegada a los kioscos. Lorenzo Contreras como director, y Eugenio Viejo y Rodrigo Vázquez de Prada como subdirectores, son la cabeza visible de un proyecto encaminado a sacar un diario de izquierdas independiente.


Entrada publicada por Alberto Arce, colaborador del periódico La Voz de la Calle en su blog:

“Dejan los tambores de tocar. Y un gong anuncia la retirada”.

El aborto de un periódico es una noche en vela. La mejor oportunidad para escucharse de un tirón el último disco de Nacho Vegas.  Grandilocuencia, poca. Quejidos, los justos. Pero dignos.
“Se discute la capitulación mientras de fondo suenan carcajadas”
Nos quedan, por un rato, los ordenadores y una conexión a internet. Para contar las horas. Cuando se haga de día, alguien llegará que nos hable de leyes. Después, todo se diluirá. Mezcla de tiempo y anécdota. La ilusión que nos queda se apagará tan rápido como un trending topic cualquiera. Es lo que tiene la realidad. Una última noche perdida en la redacción, una asamblea que difícilmente lleve a ningún lugar y horas perdidas debatiendo. Saldremos de aquí -quizás caigan unas cuantas cañas más- y cada uno por su lado. Ni encierros que llaman a risa ni locos extemporáneos. Memorabilia, la mínima.
No apetece ni escribirlo. Desengañémonos. Eso ya pasó.
La esperanza duró tres semanas. Pensamos que sucedería algo. Que tendríamos tiempo para intentarlo. Que quedaba una última oportunidad para crear un medio. Que existía una puerta de entrada al periodismo. Que se diseñó un plan de negocio, se jugó con unos meses de margen o había una mínima reflexión detrás de la liebre levantada. Que nadie podía ser tan desalmado como para convocar a 40 personas, modificar sus vidas, pedirles que se mudasen, que dejasen trabajos y que creyesen más allá de sueldo, condiciones u horarios dejándoles tirados a las primeras de cambio.
Quisimos creerlo. Probablemente engañándonos a nosotros mismos.
Aceptamos lo que se nos ofreció. Sin rechistar. ¿La web? Ya la mejoraríamos entre todos. ¿El criterio editorial? Se construye con el tiempo. Firmas no faltan. ¿La coordinación de equipos y los procedimientos de trabajo? Día a día.
Queríamos que se nos escuchase. Porque pensábamos que merecería la pena. Pero tampoco lo exigimos. A nadie se le ocurrió preguntar ni exigir nada. O, mejor aún, se nos ocurrió pero esperábamos. Ya nos explicarían. Porque tenían nuestra confianza.
Ingenuos. Tres semanas trabajando sin contrato. Por la izquierda transformadora. Nadie protestó. Porque nos interesaba más que fuera cierto lo que nos contaban. Que existía la posibilidad de sacar adelante un medio de comunicación. De ser periodistas. No íbamos a pararnos en menudencias. Quedaban pocos gigantes por caer, si es que alguno. Y me pregunto de nuevo. ¿Cómo pudimos ser tan ingenuos?, ¿cómo hemos podido dejarnos engañar así?
Ahora, 45 problemáticas diferentes. Ni más ni menos importantes que las de otros 4 millones de personas que saldrán a la calle mañana a buscar empleo. Pero duele. Duele el engaño. Que hayan jugado con  la ilusión. Con la confianza. Con las ganas.
La próxima vez casi mejor si se lo piensan, grandes nombres de la izquierda, antes de joder una vez más a los de siempre.
Sin más.

¿Qué está pasando?

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